• 16 de Abril

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El día de ayer un camión cargado con maquinaria pesada que transitaba por las calles del centro arrasó con cables eléctricos y postes de luz dejando a todo el centro sin energía y a los puertovarinos con una sensación amarga que va más allá del accidente que por milagro no tuvo consecuencias mayores sobre peatones o vehículos que circulaban en ese momento. Lo que ocurrió en calle Del Salvador tiene un simbolismo potente que nos cuenta de cómo definitivamente se ha cercenado cualquier hilo que pudiese seguir conectando a las actuales autoridades municipales con la ciudadanía.

Si bien esta apatía y desidia municipal ha estado a la vista de todos, el camión se llevó lo último que podía haber quedado en pie de esa confianza que muchos pusieron al momento de elegir a los actuales líderes que debiesen velar por nuestros intereses y por un desarrollo armónico de nuestra ciudad. Una gestión que se ha desarrollado entre cuatro paredes con absoluto desprecio hacia el sentir ciudadano y que parece más bien concentrada en facilitarle la vida a quienes han decidido repartirse nuestra ciudad como un botín de guerra, una banda de especuladores inmobiliarios y empresas constructoras que han llevado adelante sus proyectos sin ninguna contemplación, perturbando la vida diaria de nuestra gente, utilizando espacios públicos para mover sus maquinarias y sus kilos de concreto, talando bosque nativo en sectores rurales y atropellando con la prepotencia que sólo autoridades cómplices pueden entregarles. La misma prepotencia con la que un camión cargado con maquinaria circula por las estrechas vías del centro cruzando como caballo desbocado el centro de nuestra ciudad.

El camión arrasó también con esos cables colgantes, símbolo de la soberbia y desprecio hacia la ley que en su minuto gracias a gestiones de un ciudadano puertovarino empoderado, había ordenado su despeje inmediato. No sólo por embrutecer nuestras calles y entorno, sino por el peligro inminente que colgaba constantemente sobre las cabezas de hombres mujeres y niños que circulan por las vías de Puerto Varas. Pero nuestras autoridades parecen vivir en un mundo paralelo, donde las leyes vigentes son sólo un obstáculo que no comulga con su código interno que todos desconocemos o que solamente sospechamos, donde el todo vale está a la orden del día, donde los ciudadanos somos presencias molestas, como moscas que aletean sobre un banquete al que no han sido invitadas.  En este banquete si están sentadas las empresas constructoras que venden sueños y calidad de vida en UF, que adornan con palabrería sustentable sus proyectos añejos y violentos, prometiendo lo que ellos mismos se están encargando de destruir.

El camión se ha llevado los cables que nuestro municipio se niega a sacar, pero el camión también nos ha atropellado a todos nosotros que ahora nos levantaremos con más fuerza que antes para defender nuestro hogar del saqueo exigiendo el respeto que merecemos y que Puerto Varas merece. 

 

Raffaele Di Biase Cuomo 

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