• 29 de Marzo

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Contexto de pandemia favorece síntomas de la Fibromialgia

Cada 12 de mayo se celebra el Día de la Fibromialgia, condición presente entre un 4 a un 12% de la población mundial y que afecta principalmente a mujeres.

 


Dolor sin causa ni explicación, falta de sueño reparador, fatiga, depresión y sensación de rigidez en las mañanas, son parte de la sintomatología que presenta una persona con fibromialgia, trastorno que se caracteriza por una amplificación del dolor frente a movimientos y/o actividades que, normalmente, se perciben como no dolorosos.

“La fibromialgia se asocia con un aumento en la excitabilidad de las vías de transmisión del dolor y pérdida de los mecanismos que inhiben el dolor. Esto quiere decir que el sistema nervioso central responde de manera exagerada a la información que proviene de las diferentes partes del cuerpo”, sostiene Luis Henríquez, kinesiólogo experto en el manejo del dolor y académico de Kinesiología Universidad San Sebastián.

El tratamiento se hace por la vía farmacológica, cuyo objetivo es reducir el dolor, mejorar la calidad del sueño, disminuir la fatiga y mejorar la sensación de bienestar general. No obstante, parte importante del abordaje terapéutico está en el manejo kinesiológico, con énfasis en el ejercicio, en particular, en programas de acondicionamiento aeróbico y ejercicios de fortalecimiento. “Otras intervenciones como el masaje y la electroterapia pueden ayudar a los pacientes a manejar el dolor y, a su vez, podrían ser una alternativa para efectuar mejor su programa de ejercicios”, agrega Henríquez.

 

Pandemia y fibromialgia

El dolor, por definición, siempre presenta componentes afectivos y cognitivos, esto quiere decir que los estados de ánimo y los contextos personales pueden tener un efecto que facilita o dificulta la expresión de los cuadros dolorosos. “Probablemente el factor que regula esta relación sea el estrés, lo que significa que una situación de amenaza tiende a favorecer la sensibilidad del sistema nervioso”, señala el kinesiólogo.

Para ejemplificarlo, el académico explica que “el dolor funciona como esos sensores de luz que se encienden cuando alguien se acerca a tu casa, lo que te puede mantener despierto al preocuparte permanentemente por la gente que se acerca mucho. Eventualmente, te puedes percatar que el sensor se enciende cuando pasa el gato del vecino o por el viento que mueve unas ramas ¿El problema?  La sensibilidad muy alta.  Así como se puede ajustar la sensibilidad de esas luces para detectar cierta cantidad de movimiento, la sensibilidad del sistema nervioso puede ser ajustada muy alta, activándose por cosas menores. El problema no son los intrusos en el jardín, el problema es la sensibilidad del sensor de luz”.

En el contexto actual, donde existe una sensación de amenaza por la pandemia, “los mecanismos de protección del cuerpo, es decir el dolor, pueden ser facilitados por esta lógica necesidad de protección, lo que en definitiva significa un aumento de este síntoma. Si es así es importante considerar estrategias de relajación que ayudan a disminuir los efectos del estrés e intentar reducir la sensibilidad de nuestras alarmas”, concluye el especialista.