• 28 de Marzo

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El 5 de octubre de 1988 es una fecha que marcó un antes y un después en la historia de nuestro país, quienes ya vivíamos en esa época recordamos dónde estábamos, qué hicimos y cual fue nuestro espacio de contribución a la historia que empezó a forjarse ese día. Yo lo recuerdo desde los hombros de mi padre y madre; en otro país, como muchas familias. En mi caso, en Venezuela, donde miles se convocaron para votar y apoyar el derrocamiento pacífico de una dictadura cruel y extensa. Reflexión aparte merece el hecho que recién desde 2017 -29 años después de ese histórico día- el voto de chilenos y chilenas residentes en el extranjero sea legalmente válido.

A 30 años de ese 5 de octubre son muchas las aristas desde las cuales se puede analizar un hito tan importante para nuestra historia. Personalmente me interesa relevar aquello que hoy es útil para la construcción de un mejor mañana.

La famosa franja que promocionaba la elección NO ha sido galardonada y es recordada por todas y todos, incluso quienes no vivían en aquella época la conocen, saben su slogan y reconocen su música. Sin embargo sería ingenuo, e incluso miope, otorgarle todo el mérito de la victoria a dicha campaña. Que la opción NO ganara ese 5 de octubre, fue fruto de un trabajo constante, permanente y profundo de movilización y articulación entre lo político y lo social.

Lo que ocurrió después de esta histórica votación, durante la transición a la democracia, es lo que debe analizarse como una lección para el futuro, pero un futuro que no puede esperar más, un futuro que ya llegó, que es hoy. La Concertación de Partidos por la Democracia prometió un futuro que aún esperamos, en un contexto que difícilmente puede ser comprendido a cabalidad desde los zapatos que hoy calzamos, pero que comprometió y frustró el establecimiento de una verdadera democracia en nuestro país; lo que necesariamente implicaba la modificación del sistema económico, social y cultural impuesto por la dictadura, no esperábamos ni necesitábamos que fuera administrado y perpetuado, como finalmente ocurrió. Esta deuda, aún pendiente, tiene su origen y a la vez mantiene sus consecuencias en la técnica contraria a la que se utilizó para lograr la victoria del NO, justamente al promover y potenciar un distanciamiento funcional –a algunos- entre lo político y lo social.

Hoy, urge que aprendamos esa lección, rescatemos la historia y preservemos la memoria, para ello debemos enfocar nuestros trabajos desde la ciudadanía, invitando a vecinos, amigos, líderes, actrices y actores políticos a sumarse a la reconstrucción de un fuerte y vigoroso entramado social, que permita restablecer los nexos entre el ámbito político y social, prevaleciendo siempre las necesidades y prioridades sociales, comunes, como elemento basal pero también como consecuencia deseada, sólo así podremos empezar, en conjunto, a construir la democracia prometida en 1988, y que como sociedad, aún nos debemos.