• 06 de Diciembre

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[OPINIÓN] Chile: La Sociedad Microempresaria

Nicolás Gómez Núñez
Sociólogo y académico, U.Central


Desde 2013, el Ministerio de Economía, Fomento y Turismo y el Instituto Nacional de Estadísticas de Chile, implementa la Encuesta de Microemprendimiento. Por lo cual, desde el inicio de 2023 sabemos que hay 1.977.426 personas que logran recursos gracias a sus organizaciones comerciales. Si bien se pueden encontrar microempresas en todo el país, estas se concentran en las regiones: Metropolitana de Santiago, Valparaíso y Bio-Bío. Y también ese estudio nos informa que la informalidad es una cualidad en este sector de la economía, especialmente en las regiones de Antofagasta, Araucanía y Arica y Parinacota.

Pero, ¿por qué la microempresa es parte del paisaje? Hay tres rutas de respuesta: primero, las organizaciones de gran tamaño -esas que los medios de comunicación llaman empresas- consolidaron una gestión descentralizada, a tal punto que casi todos sus procesos son realizados por unidades de menor tamaño que contratan fuerza de trabajo altamente capacitada. O sea, es muy difícil encontrar empleo con el IV medio finalizado y en varios sectores como, por ejemplo: financiero, servicios educacionales y salud, se exige un posgrado o diez años de formación universitaria.

Es factible que con el correr del tiempo una parte de las y los trabajadores hayan sido expulsados del mercado de trabajo porque no lograron aumentar su grado de especialización o, lo que es más probable, no hayan tenido el dinero para pagar una nueva credencial.

Las remuneraciones son bajas, esa es la segunda ruta de respuesta. Así el ejercicio es simple pero calamitoso, un integrante de la familia debe salir a trabajar y otro debe quedarse en las labores no remuneradas de la casa. “No es por amor, es trabajo no pago”, dice la consigna. El drama aumenta cuando el salario no cubre la reproducción de la vida, lo cual se expresa como la incapacidad para pagar servicios de salud, alimentación y vivienda. Entonces hay que arreglárselas con lo que se tenga a mano, un puesto en una feria navideña, vender comida por el WhatsApp o la polla para ahorrar para el regalo de cumpleaños.

Emprender se ha vuelto un lugar común, esta es la tercera ruta de respuesta, la sociedad intenta coordinar microempresas donde los seres humanos transfieren su tiempo para vivir hacia el tiempo para trabajar. Así, la pluriactividad es un componente del estatus y de la actual producción de la sociedad chilena.

Entonces se comete un error cuando se descuida a la microempresa, y señalo esto porque hay ausencia de recursos monetarios frescos para abrir mercados, y porque las representaciones que se usan de ellas se hacen calzar con actividades informales o con la de organizaciones de sobrevivencia. Ambas posturas fueron desbordadas en el última década del siglo pasado, ahora expresan una falta de rigor intelectual. Fíjese bien, ambas posturas esperan que las personas dejen de ser “un intento de algo así como una empresa” y pasen a jugar en serio, pero el tiempo y la Encuesta de Microemprendimiento mediante, constatan lo contrario.

La siguiente hipótesis nos guía en los aprendizaje que hacemos. Las mujeres microempresarias están atadas a la economía reproductiva, a diferencia de los hombres que se desentienden y la abandonan, por lo cual, las posibilidades de innovación y de comercialización están fijadas por el poder adquisitivo de sus mercados locales. Sin embargo, la infraestructura tecnológica de cada comuna y el uso de diferentes dispositivos móviles de comunicación y plataformas digitales de comercialización, no libera a las mujeres microempresarias de su territorialidad, más aún, disminuye la protección social, traslapa las horas de dedicadas al trabajo y las horas de descanso, no crecen los beneficios económicos y no se produce una mayor asociatividad para debatir la política económica. 

Al leer con detención las indagaciones de Berge, Bjorvatn y Tungodd (2014), Fortunati (2019) y Saavedra (2023), podemos asumir que estamos frente a procesos de transformación tecnológica que están fabricados para una fuerza de trabajo libre de las tareas de reproducción.