• 24 de Abril

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Cómo no perder nuestra autoridad de padres

Gonzalo De los Reyes Serrano Magister en Educación; Coach en Parentalidad Positiva; Director de la división Patagonia en la Fundación Innovación Educativa Chile Creador d...

Gonzalo De los Reyes Serrano

Magister en Educación; Coach en Parentalidad Positiva;

Director de la división Patagonia en la Fundación Innovación Educativa Chile Creador de los Programas DHP (Desarrollo de habilidades parentales) y PARE (Aumento del rendimiento escolar), este último patrocinado por UNICEF y el Ministerio de Educación


Hasta finales del siglo XX y durante mucho tiempo, el modelo autoritario fue el estilo educativo más extendido entre los padres, para implementar la crianza de sus hijos(as).

Educando con estilo autoritario, los padres tenían el poder y la autoridad absoluta. Los niños(as), temían a sus padres. Temían al castigo. El hecho de no obedecer o cometer una falta, significaba un castigo seguro. El resultado de este tipo de crianza, son hijos(as) sumisos, obedientes y temerosos. Muy pocos niños se rebelaban. Debido a variadas causas, pasamos desde este modelo al permisivo, sin que se lograra una integración de ambos modelos en uno más positivo. El modelo permisivo, donde los padres se transforman horizontalmente en amigos de sus hijos(as), permite todo tipo de conductas y no restringe en casi nada a los niños(as). En este modelo no existe claridad sobre límites y normas, ni tampoco se sabe qué ocurre si yo las incumplo. En este contexto, nuestros hijos(as) resultan inseguros, inquietos, agresivos, impulsivos y demandantes.

Cada padre construye su autoridad día a día, en el relacionamiento cotidiano con sus hijos(as). No es una condición que se adquiere y mantiene eternamente. Al contrario, los padres van perdiendo su autoridad por causa de su propia conducta descuidada, desorientada o también, por malas decisiones respecto de sus hijos(as).

La muestra concreta de que un padre o una madre carecen de autoridad sobre sus hijos(as), es la falta de respeto que ellos(as) demuestran. Esta pérdida del respeto y la autoridad ocurre de a poco, gradualmente, y la van propiciando los mismos padres desde los primeros años de vida del niño(a). Parte con las primeras “pataletas”, donde nosotros terminamos haciendo o dándole lo que él (ella) quiere, “para no complicarnos la vida”, “para que no se traume”, “porque me da miedo ser duro(a) con él (ella)”…”porque leí en un libro que hay que dejar que los niños(as) sean libres y felices”. O sea, opero el modelo permisivo plenamente. Es importante que los padres permisivos logren cambiar este tipo de relacionamiento con el niño(a), antes de que se transforme gradualmente en un problema mayor. Sobre todo, cuando se inicia el período de la adolescencia.

Como padres debemos actuar con autoridad con el fin de criar hijos(as) sanos y felices. Para esto, sugiero realizar algunas acciones: a) aprenda a decir que no y a explicar el porqué. Su hijo(a) debe aprender a manejar la frustración y saber que no puede obtener todo lo que desee; b) Sea consecuente. O sea, lo que dice debe corresponder a lo que hace; c) Sea justo. Tenga presente que sienta un precedente con cada medida que toma; d) Coloque normas y límites y enseñe a su hijo(a) a respetarlos. Enseñe que su incumplimiento acarrea consecuencias; e) Reconozca cuando comete errores y pida perdón. En lugar de reducir su autoridad, la estará reforzando frente a su hijo(a); f) Siempre y en todo momento, demuéstrele a su hijo(a) su amor incondicional. Acaricie, bese y abrace mucho. Y tenga toneladas de paciencia.