En Chile emprender no es una excepción, es la norma. Según las cifras, 1 de cada 4 adultos está involucrado en un emprendimiento de etapa inicial. Somos, según el último reporte del Global Entrepreneurship Monitor (GEM), uno de los países con mayor actividad emprendedora temprana del mundo, entonces ¿Qué está pasando con estos emprendimientos?
Podríamos sentirnos orgullosos, pero el cuadro no es tan alentador: muchos de los emprendimientos, especialmente los que son liderados por personas +50, existen por una necesidad, nacen porque el empleo formal escasea, nacen porque reinsertarse en el mundo del trabajo después de los 50 sigue siendo una carrera cuesta arriba. Nacen como solución de corto plazo, no como una apuesta de futuro, con una poca probabilidad de escalar y generar puestos de trabajo y/o crecimiento.
En paralelo, el país vive una transformación silenciosa, la del envejecimiento poblacional: por cada 100 personas menores de 15 años hay 79 personas mayores, según el último Censo 2024. Sí, Chile está envejeciendo, y lo hace mientras se reinventa desde el emprendimiento, ¿qué pasaría si unimos ambos fenómenos?
Hoy, cuando discutimos sobre el futuro del país, deberíamos hablar más del talento que se está perdiendo por no saber conectar a las personas con más experiencia con las herramientas adecuadas para emprender. De las regiones donde el emprendimiento surge por falta de alternativas, y no por diseño. De las mujeres que emprenden desde la necesidad, y no desde la elección. De cómo podríamos construir un ecosistema donde emprender no sea un salvavidas, sino un trampolín.
Invertir en el emprendimiento no es solo apoyar a quienes tienen una idea. Es apostar por una economía más diversa, más resiliente, más humana. Es reconocer una búsqueda de oportunidades.
La pregunta, entonces, no es si necesitamos más emprendedores. Los tenemos. La pregunta es si, como país, queremos que esos emprendimientos se transformen en empresas que crezcan, generen valor y construyan un futuro compartido. O si seguiremos celebrando las cifras sin mirar lo que realmente significan.