• 20 de Marzo

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Entre sueños y esperanzas

Luis Alberto Vásquez             

Vásquez & Montenegro

Desarrollo de personas y organizaciones


Biodanza es un sistema de integración humana, renovación orgánica, reeducación afectiva y reaprendizaje de las funciones originarias de vida en un ambiente enriquecido. Su metodología consiste en inducir vivencias integradoras por medio de la música, el canto, el movimiento y situaciones de encuentro en grupo. Uno de sus principios es potenciar el lado luminoso y sano de las personas, grupos y organizaciones, para así conseguir mayores niveles de armonía y equilibrio personal.

Este claroscuro que nos habita está en movimiento permanente. Los sueños en voz alta se transforman en esperanza y, al ser compartidas, se vuelven proyectos que, al ser macerados en la paciencia del análisis crítico, serán la simiente de entornos terapéuticos e higiénicos. El solo ejercicio de mirarnos a la cara, desnudar y leer nuestras emociones, entibia el ambiente y facilita la construcción de acuerdos.

Esta es una manera de asumir nuestra condición gregaria, nuestra complejidad de seres únicos e irrepetibles que aspiramos a una mejor versión de nosotros mismos en un contexto familiar y social que lo permita. Es así como bajamos al espacio de la POLÍTICA [con mayúscula] y del plano material, que, nos guste o no, condiciona nuestras posibilidades de lograr aquello que añoramos. Se reconoce entonces la equidad hermanada con la solidaridad como actitudes clave.

Ciertamente, somos todos distintos, aunque paradójicamente iguales en cuanto a nuestras necesidades de afecto, pertenencia, protección y seguridad. En este tiempo de mentiras como estrategia comunicacional, incertidumbres y amenazas, el criterio de que cada cual se rasca con sus propias uñas es, además de perverso y emocionalmente tóxico, uno de los factores responsables del actual estado de cosas. Como nunca, desde la vuelta a la democracia, esta es mirada de reojo, con reticencia, al igual que muchas otras instituciones que conforman nuestra nación. La exacerbación del mercado como única instancia [no olvidemos que, en este, el valor de las opiniones lo determina la capacidad de pago de cada uno] que resuelve todo tipo de demandas, incluso sociales, se suma a una clase política que, por babor y estribor, nos tiene navegando en círculos.

Urge entonces la responsabilidad de los ciudadanos. Una comuna o un país atomizado sin proyectos largos, está condenado al fracaso. Antes de sufragar, evalúe quiénes son los que descalifican, restan o dividen, sea por razones ideológicas o simplemente porque creen ser dueños de la verdad. Por el contrario, infórmese de quiénes son los que suman las opiniones del vecindario y multiplican integrando propuestas reales para avanzar en un mejor entorno.

Llevo veinte años viviendo en Puerto Varas y, de todos los alcaldes que nos han regido, creo que, por lejos, este es el mejor, razón por la cual fui uno de los casi tres mil quinientos [todo un récord nacional] habitantes que patrocinamos su candidatura independiente para avanzar a su reelección. Será por lo anterior que me sorprendí siendo invitado a un conversatorio, ejercicio que por tercera o cuarta vez se repetía. Soñamos un nuevo programa de gobernanza municipal. Asistieron casi cien personas: jóvenes, viejos, mujeres, hombres, gordos, flacos, de este barrio y del otro. Intercambiamos miradas, nos conocimos, parimos sueños, tejimos esperanzas. Así, puntada a puntada, se va zurciendo y reforzando esa democracia que tanto nos costó recuperar, que nunca será perfecta pero siempre perfectible. Me retiré con la emoción de ser tomado en cuenta como ciudadano, no como consumidor. Me quedó la convicción de que Biodanza y otras disciplinas del crecimiento humano son fundamentales para humanizar los espacios que transitamos como puertovarinos.