• 25 de Abril

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Parece irónico, pero ayer 20 de marzo se celebró el día mundial de la felicidad. Muchos pueden decir que este día tiene tintes comerciales, pero creo que debemos enfocarnos en el sentido de la celebración que es “reconocer la relevancia de la felicidad y el bienestar como aspiraciones universales de los seres humanos” (ONU; 2012) y el cuestionarnos sobre nuestra propia felicidad.

Mirar los índices actuales mundiales de felicidad no nos hace mucho bien, a pesar de que Chile se encuentre en el lugar 36 del ranking mundial.  El World Happines Report ha dado los resultados actualizados dejando a Finlandia (quien por varios años ha liderado) nuevamente como puntero, seguido por Dinamarca y Suiza, países muy diferentes a los latinos partiendo por las condiciones políticas, económicas, sociales, educativas, etc.

Es en el contexto actual de pandemia, cuando debemos detenernos por un instante a pensar y analizar. En el fondo “valorar lo que tenemos y cuidar lo que valoramos” cuestionándonos sobre nuestra vivencia de la felicidad. Y digo vivencia (y no búsqueda) haciendo alusión a las palabras del Dr. Yamamoto, psicólogo que luego de varias investigaciones confirmó una sospecha que albergué durante años: “la felicidad no es ninguna clase de objetivo o meta. Es una aceptación, una forma de ver la vida”. Plantea que la felicidad puede ser alcanzadas por diferentes personas, en contextos distintos logrando adaptarse a la condición que les haya tocado, adaptándose a su entorno y saliendo adelante”. 

¿Suena fácil? Créanme que puede resultar más difícil de lo que crees. Les pongo el caso de un paciente que ayer me dijo: “Me siento mal porque yo era feliz pero no me daba cuenta”. Y es que muchos de quienes estamos viviendo esta pandemia podemos estar pensando lo mismo. 

¿Cuáles eran nuestras percepciones de la felicidad?  ¿Qué debería hacer ahora entonces para sentir una real felicidad? Y ojo, cuando digo “sentir” no me estoy refiriendo a los conceptos filosóficos o teóricos, me refiero a darse un tiempo para pensar qué hemos hecho para acrecentar nuestra felicidad y qué haremos para aumentarla ahora y en un futuro cercano.

La presencia del virus COVID-19 debería llevarnos a aceptar la situación que enfrentamos para adaptarnos de la mejor manera posible. ¿Cómo? Empecemos a cambiar nuestro discurso, pasando del: ¿Por qué estamos viviendo esta pandemia? al ¿Para qué estamos viviendo esta pandemia? El “por qué” queda en el pasado y no puede cambiarse puesto que la respuesta es una, sea cual sea y saberlo no te ayudará a sentir mejor. Pero, si cambiamos el foco y decimos ¿Para qué me tocó vivir el coronavirus? La respuesta tendrá implicancias reales en tu vida: Para valorar más a mis padres, para cuidarme más, para acercarme a mi familia, para valorar lo importante, etc. 

Ahí está el verdadero sentido de la felicidad! Son estos pensamientos en los que deberíamos trabajar en cuarentena para que, al terminar esta crisis seamos mejores personas y más felices

 

Marisol Sagredo, psicóloga