• 12 de Septiembre

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Ley de Datos: El reto de garantizar la privacidad

José Ignacio Camus

Co-Founder 

Admiral Compliance


La Ley de Protección de Datos Personales marca un hito significativo en el resguardo de la privacidad y los derechos de los ciudadanos en un entorno digital cada vez más complejo. Este marco normativo responde a la urgente necesidad de manejar la información individual de manera segura y responsable, un desafío que se ha intensificado con las brechas de seguridad y la automatización acelerada.

Inspirada en el Reglamento General de Protección de Datos (GDPR) de la Unión Europea, esta ley adopta prácticas fundamentales como la responsabilidad proactiva y la designación de responsables de protección de datos dentro de las organizaciones. Estos elementos son esenciales para garantizar que las empresas no solo cumplan con la ley, sino que también asuman un compromiso real con la privacidad de sus usuarios. No obstante, la implementación efectiva de esta normativa en Chile aún requiere un desarrollo considerable.

A diferencia del GDPR, que impone sanciones de hasta el 4% de los ingresos anuales, la legislación chilena establece multas menos severas. Fortalecer este aspecto es crucial para asegurar el cumplimiento y evitar la negligencia en el manejo de datos personales. La severidad de las sanciones es clave para que la protección de datos sea efectiva y no solo una buena intención.

Además, aunque la nueva ley otorga derechos fundamentales similares a los establecidos por el GDPR, como el derecho al olvido y la portabilidad de datos, su efectividad real dependerá de cómo se apliquen y respeten estos derechos en la práctica. Para que estos principios no se queden en el papel, es esencial que tanto las empresas como la población estén plenamente conscientes de su responsabilidad.

La educación y la concientización juegan un papel crucial en este proceso. Solo cuando las empresas internalicen la importancia de la protección de datos y los ciudadanos comprendan sus derechos, podremos avanzar hacia un entorno donde la privacidad no sea solo una promesa legal, sino una práctica común.

En última instancia, la efectividad de esta ley dependerá de su implementación y de la capacidad de las autoridades para hacerla cumplir de manera rigurosa. Solo así podremos proteger adecuadamente los datos personales y mantener la confianza en un mundo cada vez más digitalizado.