• 28 de Abril

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Compartir un auto, arrendar un scooter o usar apps de transporte son sólo algunas de las alternativas de movilidad que se han instalado fuertemente en los últimos años, pero aún queda mucho por avanzar. El concepto de movilidad inteligente y compartida es mucho más que una simple tendencia; representa un cambio de paradigma en la manera en que concebimos el transporte urbano e implica no sólo una optimización de recursos, sino también una reducción de emisiones y contaminación. 

Y ese es el punto clave. Más allá de la comodidad o la tendencia, la importancia de cambiar la forma en que nos movemos en las grandes ciudades tiene que ver con el cuidado del medioambiente y el desarrollo de un ecosistema sostenible de movilidad. 

Uno de los mayores desafíos que tiene hoy la humanidad es reducir las emisiones y ser más sustentables y sostenibles en nuestro diario vivir. Esto es para lograr que la temperatura del planeta se mantenga en niveles que sigan permitiendo la vida, y en esa carrera todos quienes somos parte de la industria de la movilidad y el transporte debemos aportar. Con esto no solamente me refiero a impulsar los medios de transporte eléctricos –algo que sin duda debemos potenciar– sino también a facilitar alternativas para que cada vez menos personas necesiten tener su propio medio de transporte. 

Para eso, es fundamental avanzar hacia un ecosistema de movilidad compartida, donde una persona pueda trasladarse desde un punto a otro en diferentes medios de transporte arrendados, siendo una experiencia fácil y práctica. 

¿Por qué la movilidad compartida es la clave? Si nos ponemos en el caso de los autos, vemos que fenómenos como el carsharing toman cada vez más fuerza. Aunque, hasta el momento, esto no sea impulsado sólo por energías limpias, sólo el hecho de compartir ya reduce significativamente las emisiones. Un estudio de 2020 de la Universidad de Palermo, Italia, demostró que una flota de carsharing puede reducir hasta en un 38% las emisiones de carbono si se le compara con una flota de vehículos nuevos a combustión.  

Otro estudio de la Universidad Técnica de Berlín, realizado en 2021, demostró que un auto que funciona bajo el sistema de carsharing puede reemplazar hasta nueve vehículos familiares, si es que su uso se optimiza al máximo bajo un sistema compartido. 

Sin duda, este es un desafío mayor, porque significa un cambio de paradigma. Durante décadas los autos se han percibido como un bien privado y personal, pero es momento de comenzar a modificar esa mirada, porque el planeta así lo requiere. 

Estudios internacionales estiman que entre el 80% y el 90% del tiempo un auto particular está estacionado. Debemos trabajar para cambiar esa cifra y optimizar al máximo el transporte en las grandes ciudades y así construir un sistema de movilidad compartida que sea un solución para la vida de las personas, que les haga más fácil su día a día, reduciendo así la congestión de las urbes más pobladas de cada país. 

Por eso, en un momento en que la sostenibilidad se ha convertido en una prioridad global, la movilidad compartida emerge como una pieza clave en el rompecabezas de la transformación urbana hacia ciudades más limpias, eficientes y habitables.