• 19 de Abril

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La otredad habla de quienes están fuera del poder, de quienes generalmente no son considerados (más bien consideradas) por no ser importantes, relevantes o no influir en la toma de decisiones. Son personas que han sido excluidas de los espacios importantes, públicos, o en realidad, nunca los han integrado porque su rol es acatar (y callar). En la política, el poder generalmente ha residido en hombres, de clases sociales acomodadas o con recursos económicos y tiempo para participar; Mientras que la otredad, tiene cara, cuerpo y voz de mujer. Y la política puertovarina no es la excepción.

Antes de las elecciones de alcaldía pasadas, donde un joven de 27 años llegó al poder representando a todas esas personas con ansías de cambio; el panorama político de la comuna ofrecía más de lo mismo: todos candidatos hombres, en su gran mayoría “independientes” impulsados en su carrera política por los partidos políticos tradicionales, a los cuales ahora quieren dar la espalda (como si no supiéramos que sus redes de contactos e influencia sigue siendo la misma);  generalmente padres de familia, bastante conservadores algunos, cuya edad supuestamente refleja sabiduría y experiencia, la misma que por décadas minimizó a las mujeres, relegándolas a su espacio más íntimo y privado, lugar donde no se puede competir intelectualmente hablando.

Este panorama político estuvo y está aún fuertemente acompañado de la presencia de los “intelectuales” en la comuna: periodistas, escritores, empresarios y un largo etcétera de hombres que construyeron su reflexión desde el mismo lugar mirándose su ombligo y que titularon su deficiente análisis político con un “inesperado triunfo”. Impresiona, realmente, que en Puerto Varas existan más hombres que mujeres dando su opinión en los medios oficiales ¿Será que no hay mujeres? ¿Será que ellos son tan talentosos? ¿Será que sólo ellos tienen el don de la palabra pública? Lo dudo.

Y el problema es que estos hombres construyeron su imperio ignorando “la otredad”, por ello se impresionaron con que personas jóvenes, hombres y mujeres, sin partido político por detrás y sin nada que perder se quedaran con los puestos que tanto anhelan: en el concejo, en el municipio y con la constituyente. Porque las y los otros no solo irrumpieron en Puerto Varas, sino que en todo el país, arrasando con el ego de tantos representantes de la "buena y madura política" que hoy se quejan estupefactos/indignados/heridos. 

Los mismos que no vieron venir que la mayoría absoluta para la concejalía la ganaría una mujer, que con sensatez, desde el final de la papeleta y sin pacto tradicional logró generar más sensación de colectividad de lo que se ha visto en los últimos 40 años. Espero no estar exagerando. El desafío que enfrentamos es alto, pero cada vez somos más las mujeres dispuestas a hablar y disputar el poder, abriendo caminos y avanzando hacia espacios prohibidos para nosotras.

Helena Blah