• 20 de Abril

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Un viejo dicho español señala que “la mentira galopa hasta que la verdad la alcanza”.

Esto es precisamente lo que está ocurriendo con la verdadera historia del Vertedero Provincial La Laja, un proyecto que comenzó como un aporte de tecnología de reciclaje y créditos blandos desde Alemania  para Puerto Varas hace una década, y que terminó en la complicidad culpable a nivel regional y comunal de una aberración técnica y ambiental orquestada por el ex alcalde Bahamonde junto a muchos de los conocidos políticos regionales, hoy en las papeletas electorales, buscando indignamente su continuidad.

Para quienes supimos del camión de recolección de clasificados venido con varios millones de dólares y el diseño de los “corrales de acopio” cuyos cimientos  aún pueden observarse en la orilla de calles colectoras de Puerto Varas, “La Laja” es un monumento a la corrupción y a la irresponsabilidad pública Comunal y Regional. La misma que ha permitido el despojo sistemático por dos décadas de los patrimonios morales, culturales, urbanos y naturales más sensibles de nuestro territorio.

Muchos salimos por meses a manifestar y a denunciar…

¿Cómo era posible que se conciba e implemente un único punto de acopio de deshechos domiciliarios en una provincia extendida como la de Llanquihue, desperdiciando el uso de equipos de trasporte especializados y horas hombres en mero trasporte desde Frutillar a Calbuco y Puerto Montt? ¿Adonde está la lógica de maximizar el riesgo sanitario con la concentración descomunal de deshechos de toda una provincia en un solo punto de recepción final? P?or qué finalmente se permitió una “tecnología” obsoleta de despliegue y relleno prohibida hace décadas en el mundo desarrollado porque inhibe el reciclaje y maximiza el daño ecosistémico? ¿Y conocidas además las condiciones geológicas y geográficas del lugar “ofrecido” que harían escurrir inevitablemente los lixiviados a la cuenca del Rio Negro y el río Maullín? ¿Cómo podía concebirse además, que esta aberración técnica y ambiental se “instale” a 7 km de la plaza de las ciudades de Puerto Varas y Nueva Braunau, condenándolas a los gases y pestes que acompañarían inevitablemente su desarrollo?

La vergonzosa respuesta a esas interrogantes tiene su origen en la más nauseabunda inmoralidad local y al igual que una parte del equipamiento municipal cada año - desde las puertas de fierro del Parque Phillippi hasta el camión de clasificados venido de Alemania – fue hecha desaparecer por nuestro ex alcalde, sus socios  y sus variopintos mecenas regionales en la Quebrada del Diablo.

Hoy comenzamos a comprender que deberemos desmantelar con sentido de urgencia este “legado” y desactivar la Bomba Ambiental cuyos pulsos comenzaron el recuento hace más de un año. Y deberemos hacerlo de inmediato con un cambio de contrato que impulse obligadamente el reciclaje y cambio de tecnología,  y sin mucha más demora, con el término definitivo del carácter “provincial” de esta aberración, dando tiempo suficiente para que cada Comuna de la Provincia comience desde hoy a desarrollar una solución moderna y amigable, a escala comunal para el destino de lo que quede después del reciclaje, de sus desechos domiciliarios.

Por Pablo Ortúzar A.