Señor Director:

Como gremios regionales, estamos profundamente preocupados por el negativo ambiente que se respira en la actualidad. Tenemos graves problemas de seguridad y enfrentamos una crisis de confianza en las instituciones; además de un claro estancamiento de las cifras de empleo y dinamismo de la economía regional.

Asimismo, vemos una desconexión importante entre los objetivos y urgencias regionales, versus las señales que están dando las autoridades desde Santiago; respecto a políticas públicas, proyectos de ley y de inversión.

Ejemplos de estos tenemos varios, como lo ocurrido en la tramitación del proyecto SBAP y el reciente oficio dictado por el Ministerio del Medio Ambiente; el veto a la Ley de Usurpaciones; la Ley de Cabotaje; las dificultades de la Reforma Tributaria; y la paralización de obras públicas emblemáticas, como la doble vía en Chiloé, sólo por nombrar algunos.

Todas estas situaciones son síntomas de una grave enfermedad que nos aqueja: el centralismo exacerbado en la toma de decisiones, junto con la falta de diálogo y entendimiento para proyectar el desarrollo de Chile y sus regiones, tomando en cuenta la visión de quienes no vivimos en la capital.

Como región, tenemos todo para ser una potencia agroalimentaria, turística, acuícola y logística. Tenemos universidades, empresas, diversidad de climas, riqueza cultural, recursos naturales y muchas ventajas productivas que nos hacen una región privilegiada, y con un gran potencial. Además, contamos con trabajadores comprometidos y emprendedores activos.

Debemos retomar el impulso y el liderazgo regional y, con mayor urgencia, retomar una costumbre tan básica como necesaria, como es sentarse a conversar. Porque nuestro ánimo siempre ha sido constructivo: queremos participar de las discusiones de políticas públicas que afectan a las industrias productivas y de servicio locales con nuestras autoridades regionales, aportando con nuestra mirada regional.