• 03 de Mayo

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¿Qué sociedad queremos heredar desde la academia?

Por Claudia Ormazábal Directora del Programa de Género y Equidad de la Universidad Tecnológica Metropolitana , UTEM. 

Por Claudia Ormazábal
Directora del Programa de Género y Equidad de la Universidad Tecnológica Metropolitana , UTEM. 

El 25 de noviembre se conmemora el día de la eliminación de la Violencia Contra las Mujeres, fecha que nos recuerda el asesinato de las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, quienes fueron asesinadas en 1960 bajo la dictadura de Rafael Trujillo en plena lucha por la democracia en República Dominicana. Este hecho ocasionó que en el año 2000 la Organización de Naciones Unidas instaurara el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra las Mujeres.

En la actualidad, los hechos de violencia contra las mujeres siguen estando presentes en los titulares de los medios de prensa a pesar de los avances en materia legislativa y de las incesantes campañas de prevención.

En Chile la dictación de la Ley 21369 del año 2021 marca un hito importante en materia de regulación frente a hechos constitutivos de violencia de género, acoso sexual y discriminación de género en las instituciones de educación superior.  

En la academia si bien se ha avanzado con diagnósticos y planes de mejora en materia de equidad de género, la barrera que impide generar un desarrollo a un ritmo más promisorio, son las creencias y sesgos respecto a los roles y estereotipos de género que históricamente han caracterizado las estructuras de poder en las instituciones de educación superior, así como el acceso a determinadas carreras catalogadas como “femeninas o masculinas” y la obstaculizada carrera de desarrollo académico que deben enfrentar las mujeres debido a las tareas de cuidado.

Es por ello que la violencia de tipo cultural es invisible y soterrada pues está implícita en las relaciones humanas a través de contenidos que normalizan, minimizan, justifican o frivolizan dicha violencia perpetuando modos de relacionarnos y con ello coartando la participación de mujeres y diversidades sexo-genéricas a determinadas áreas del conocimiento así como a la toma de decisiones.

La pregunta es ¿qué sociedad queremos construir como herencia para las futuras generaciones?

El desafío que tenemos es profundo pues exige modificar paradigmas hacia una nueva forma de relacionarnos en que los privilegios y la discriminación no sean parte de esa dinámica.