• 20 de Enero

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Puerto Varas tiene una historia profunda con la navegación de la cuenca del Lago Llanquihue. Buena parte de su arquitectura mira hacia el lago. El libro de Emilio Held Winkler, Cien Años de Navegación en el Lago Llanquihue 1852-1925, detalla de manera precisa la realidad comunal de ese tiempo y su rol con el borde costero. 

La comuna merece recuperar su identidad navegante, de manera moderna y astuta, considerando los distintos usos que se le puede dar a la bahía. Deporte, transporte y turismo, unidos en una misma visión de conectividad, asociada a la idiosincrasia de un tiempo pasado. Esa nostalgia, tan profunda, por lo que no se vivió.

Los esfuerzos que se han realizado hasta ahora merecen reconocimiento, pero también mejoramiento. Hoy vemos una multiplicación de concesiones privadas con infraestructuras provisorias y meramente funcionales, carentes de sentido estético. La comuna puede crear nuevos espacios públicos, aportando una arquitectura identitaria, que logre dar lugar a quienes usan y quienes podrían usar el lago. El dormido plan visual del centro tiene que despertar y mirar con atención también el borde costero.  

La infraestructura de uso público podría considerar estirar al menos 50 metros la punta donde está la princesa Licarayén para proteger la bahía del viento norte y frenar el oleaje. Desde este centro de operación base, promover la interconexión del Lago. Muelles en el Piedraplen, en Capitanía de Puerto, en kilómetro 7, en sector La Poza, hasta llegar a Playa Venado. Una red de estaciones que incentive el turismo, el transporte y el deporte náutico. Ofrecer otra manera de comprender Puerto Varas.

Para recuperar la navegación del lago Llanquihue no basta sólo con mejorar la infraestructura de uso público y reducir la dispersión de las concesiones privadas, también es clave contener las amenazas. Es imposible querer lo que no se cuida. La contaminación del borde costero sigue siendo una realidad. Hay que optimizar y modernizar el plan maestro de manejo de aguas lluvias. Lograr el fin definitivo de las conexiones ilegales. Promover la educación permanente del buen uso de alcantarillado, acentuando el esfuerzo realizado con la campaña desarrollada por Suralis de placas en las rendijas del alcantarillado: “no arrojes basura, el cuidado del lago empieza aquí”. Una verdad que se debe promover como una actitud y un compromiso.

Entre otros esfuerzos, es justo mejorar la accesibilidad, información y visitación de los humedales urbanos de borde lacustre, último lugar de limpieza y contención, con especial énfasis el que está ubicado en Punta Diamante, que en sí mismo, es un punto turístico de avistamiento de aves estratégico y abandonado a su suerte. Instalar rendijas en las quebradas de agua para contener la basura. Fomentar la limpieza permanente de las playas, sobre todo los vidrios rotos de las botellas, que además son un peligro público. Sembrar plantas que sirvan como filtradores en lugares estratégicos, entre otros esfuerzos.

Con la recuperación de la navegación del Lago Llanquihue se reactiva y diversifica el turismo, aportando a todo el encadenamiento productivo, se incentiva el deporte, tanto en la preparación como en los torneos, se descongestionan las calles, se fortalece la educación, se recupera un pasado navegante. Se posiciona aún más el destino como líder y referente del sur de Chile, aportando de manera concreta a la comuna, su patrimonio y su economía. 

La recuperación del lago Llanquihue es una oportunidad que depende estrechamente del trabajo conjunto, las alianzas público-privadas, la educación y el sentido del rol de la historia en la búsqueda del futuro. Puerto Varas tiene la capacidad y el potencial de recuperar su condición navegante. Lo peor que podría pasar es no intentarlo. Eso no se condice con la identidad que permitió la navegación en la cuenca del Lago Llanquihue durante tantos años.