El envejecimiento mundial de la población es una realidad innegable, y Chile no es ajeno a este fenómeno. Con una proyección que indica que para el año 2050, un 31,2% de nuestra población tendrá 65 años o más, es fundamental abordar los desafíos que este cambio demográfico presenta.
La soledad y el aislamiento social entre las personas mayores no son solo problemas emocionales, sino que tienen consecuencias directas en su salud física, mental y social. Según la Encuesta de Calidad de Vida del Adulto Mayor, un 19,5% de los adultos mayores en Chile reportan sentir que les falta compañía, y el 13,4% viven solos. Estas cifras no solo reflejan una realidad individual, sino también un desafío de salud pública.
La evidencia científica es clara en cuanto a las consecuencias de la soledad y el aislamiento social en las personas mayores: se asocian con un mayor riesgo de depresión, ansiedad, ideación suicida, deterioro funcional e incluso muerte prematura. Además, existe una relación directa entre el aislamiento social y un aumento del riesgo de desarrollar demencia.
Debemos abordar este problema de manera integral y efectiva. Las intervenciones que han demostrado ser exitosas incluyen actividades grupales, apoyo social y la participación activa de las personas mayores en su comunidad.
Pero aún queda mucho por hacer. Es necesario invertir en la investigación y desarrollo de intervenciones comunitarias tempranas para prevenir la soledad y aislamiento social.
Debemos trabajar juntos como sociedad para garantizar que todos los miembros de nuestra comunidad puedan envejecer con dignidad, apoyo y conexión social.