• 23 de Abril

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De corazón a corazón, sin prisa, en comunidad y conservando las costumbres y tradiciones de su gente, acompañados por “un paisaje pintado por Dios” un equipo de la Seremi de las Culturas, las Artes y el Patrimonio junto a la Municipalidad de Futaleufú y su Departamento de Turismo y de Cultura, se adentraron en la esencia de la ruta turística con características patrimoniales: El Espolón, ubicada en el límite con Argentina, con el objetivo de revitalizar e impulsar la difusión de esta ruta en la cual, no sólo se disfruta de un paisaje prístino y grandioso, si no que se comparte y se convive con familias sencillas y trabajadoras que desarrollan distintos oficios de características patrimoniales y que se han asentado por más de tres generaciones en ese lugar.

Vivir la experiencia y poner en valor los distintos oficios que se pueden encontrar es uno de los objetivos que persigue el trabajo, así lo explica Paulina Concha, Seremi de las Culturas, las Artes y el Patrimonio en la región de Los Lagos, quien explicó que “Esta ruta está llena de la identidad cultural propia de nuestra gente de la Patagonia, que se destaca por vivir con simpleza pero en medio de verdaderos tesoros naturales, por lo mismo nadie debiera dejar de conocer estos parajes y aunque sea por 1 día vivir a la usanza y tranquilidad de la Patagonia, nosotros como equipo lo vivimos y lo sentimos en la piel, pero por sobre todo revaloramos el sentido de vivir en base a la identidad y el rescate de nuestras tradiciones”.

El recorrido comienza con una visita al Camping “El Caudal”, donde la señora Ximena Figueroa explica el ciclo de la Lana, proceso que comienza con la esquila de lana, el lavado, hilado, para terminar con los tejidos. “Vendemos medias y chalecos que nos permite juntar algo más para nuestro hogar. Hemos logrado formalizarnos como camping y trabajamos con todas las medidas sanitarias establecidas” comenta la Sra. Ximena.

El parto de terneros en el campo y los injertos frutales. La ruta continúa hacia el Hospedaje “El Arroyito” donde luego de un rico almuerzo patagón, la señora Malvina Cortés relató sus hazañas con la cesárea de vacas que tuvo que aprender para ayudar a sus animales, además del trabajo que hace en su huerta donde obtiene varios tipos de manzanas desde un mismo árbol a través de los injertos: “eso le aprendí de mi papá y hay distintas formas. Siempre se debe dejar corazón con corazón con el árbol para que prenda” explica.

Las cabalgatas por las montañas patagónicas

Siguiendo la huella en la plenitud del valle, con la guía entre el bosque de don Sergio Gallardo, se realiza una cabalgata por más de hora y media entre la alta cordillera, rememorando las travesías de aquellos esforzados colonos, que trasladaban sus ganados a otros sectores.

El pilchero

Tras cabalgar por las montañas de subidas y bajadas a través de la profunda vegetación la última parada es la Cabaña “El Ovejero” de Don Cornelio Jofre y su familia, quien relata que “todo esto ha ido cambiando, el antepasado era muy sacrificado, ante todo los víveres se acarreaban a lomo de caballo con pilchero, eran 7 horas por el Lago Las Rosas a comprar lo básico: arroz, yerba, fideos, sal, era lo principal. Uno hizo raíz y no se quiso mover más de acá, uno respira aire libre, no hay delincuencia, aún la palabra vale acá en el campo”.

Natalia Baeza Coordinadora de Turismo de la Municipalidad señaló que “a pesar que el turismo lleva más de 35 años en desarrollo, lo identitario no se ha vuelto comercial, es digno destacar al emprendedor de lugares alejados como el valle El Espolón donde mantienen sus formas de vida y tradiciones, como “la fiesta de El Pilchero” donde la gente revive las actividades del corral y la muestra al visitante y el turismo no puede estar ajeno tiene que ser sostenible y social, con el cuidado del medio ambiente, por eso es fundamental destacar estas prácticas para ir manteniéndolas en el tiempo”.

De esta forma el turismo rural es la viva representación de lo esencial de un pueblo y sus orígenes, a través del relato de las personas que mantienen viva su historia traspasada a través de las generaciones. Lo más bello de esta ruta es entender cómo se vivía y se vive en el valle al interior de Futaleufú, zona extrema, donde el patrimonio cultural es su esencia, para todas las personas, quienes se reconocen y tienen una identidad patagónica arraigada, aun cuando como comuna están ad portas de cumplir 92 años en abril próximo, su cultura  continúa más vigente y es digna de conocer.