• 04 de Mayo

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En 2014, el secretario general de la OCDE planteaba que los países debíamos enfrentar el problema de la desigualdad para lograr crecimiento sostenido. En esto, ambos conceptos son importantes. Por una parte, comprender que la desigualdad entendida como medida generalizada y no solo comparativa entre el 1% más rico y pobre es crítica para el crecimiento. Por otra parte, aparece el concepto “sostenible” donde el estallido social en Chile ha evidenciado el stress a este respecto y puesto en evidencia que un modelo de desarrollo debe hacerse cargo de esa desigualdad general. La causalidad tiene que ver fundamentalmente con acumulación de capital humano ya que hay abundante evidencia en la literatura de que en hogares donde los padres han recibido mayor y mejor educación, los hijos alcanzarían mayores competencias y mejoran su capacidad de generar ingresos tanto vía productividad como valor del producto. Detengámonos un momento en ello: una cosa es producir más por jornada laboral pero, otra diferente, es producir bienes de alto valor agregado por lo que ambos son fundamentales para mejorar la capacidad de una persona de generar ingresos.

Si bien es cierto, Chile ha mejorado en acceso a la educación terciaria en las últimas décadas, aún permanece por debajo del 36% de la población adulta promedio OCDE con cerca de un 22% por lo que hay espacio para mejorar a este respecto. En cuánto a capacidad de generación de ingresos, esta capacidad ha tenido uno de los mayores crecimientos del bloque sólo superado por Brasil, pero sabemos que aún persisten brechas importantes ya que, si nos vamos a los microdatos, la OCDE publica el PIAAC que es una prueba de habilidades que van desde capacidad de lectura, resolución de problemas y tecnología; Chile presenta de los resultados más bajos. 67% de los encuestados nacionales presentaron bajo puntaje en algunas de las secciones contra un 26% promedio OCDE. En el bloque, no se observan diferencias muy significativas de género, pero en Chile, las mujeres con puntaje alto especialmente en uso de tecnologías y resolución de problemas es de apenas 12% ante casi 30% promedio OCDE. En rangos etarios, las diferencias también son de las mayores dentro de la OCDE.

Sabemos que la mayor brecha de desigualdad y donde estamos hipotecando un crecimiento sostenible sigue siendo en acumulación de capital humano y donde la educación superior debe seguir cumpliendo un rol a este respecto, pero ya claramente orientado a calidad para poder asegurar que estamos acumulando capital humano y no la ilusión de hacerlo sólo vía cobertura.

Por Guillermo Yañez
Decano Facultad de Economía y Negocios
Universidad Santo Tomás