• 29 de Marzo

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Muchos establecimientos educacionales, de todos los niveles y lugares, tuvieron seis meses de actividad este año 2019 que concluye.

De diez meses o menos, el paro de profesores tomó dos y luego a partir del estallido social y delictual del 18 de octubre, ya los programas terminaron de perderse.

En el mundo y tiempo del conocimiento, donde requerimos educación de calidad esto es muy nocivo.

La educación, la formación requiere de calidad pero también de una cantidad de horas de trabajo.

En Chile estamos fallando en calidad y cantidad.

Peor aún los establecimientos municipales son los que más acortan sus jornadas, año a año, con parecidos pretextos, usando al alumnado como rehenes o cautivos de causas que siempre los dejan en más desventaja.

La mayor igualdad entre las personas se alcanza con más y mejor educación, y con más y mejores puestos de trabajo.

En esto la magia ni los discursos sirven, sólo los hechos y las acciones apropiadas.

Hay países como Singapur y Corea del Sur que eran más pobres y peor educados que nosotros y que ahora nos superan.

A nuestra vez, estamos superando a países que nos llevaban ventaja y que la perdieron por hacer lo que hemos empezado a hacer en Chile.

Lo sucedido con el boycot a la PSU es sólo la exageración de esta conducta social tan delictual.

El acceso a la educación en Chile es obligatorio y gratuito y está en nuestra constitución del año 2005, incluido en tratados internacionales ratificados e incorporados por Chile y no puede ni debe ser infringido por decisiones administrativas, reglamentarias ni abusivas de movimientos suicidas del futuro de la educación.

El Instituto de Derechos Humanos y la Defensoría de la Niñez aún no se manifiestan por el resguardo y respeto efectivo del acceso a la educación de todos los niños, niñas y adolescentes que viven en Chile.

Nuestro Estado viene fallando a través de distintos órganos competentes en asegurar la calidad y la cantidad de la educación que debe entregarse sin “estallidos sociales y delictuales”, que los capturen y detengan.

No podemos aceptar la promoción de la violencia y el boycot a que se somete a la juventud, incluso instrumentándolos y alejándolos de una buena calidad, cantidad y ambiente educativo.

 Carlos Ignacio Kuschel Silva

Diputado