• 08 de Febrero

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Señora Directora,
 
Este fin de semana, Llanquihue vibró con la 38° versión de la Bierfest, un evento que no solo celebra la cultura cervecera, sino que también rinde homenaje a las tradiciones chileno-alemanas. Este rincón del sur de Chile, otrora despoblado, se transformó gracias a la colonización germana promovida por el Estado chileno en el siglo XIX, que, bajo la Ley de Inmigración Selectiva, priorizó la llegada de inmigrantes letrados y con profesiones específicas, en un país entonces atrasado y apenas alfabetizado.

Esta iniciativa no solo dejó una huella en la demografía, sino también en la identidad cultural de la región, conformando una minoría chileno-germana que hoy se estima entre 500.000 y 1.000.000 de personas. Sin embargo, esta historia plantea preguntas relevantes en el ámbito legal, específicamente en el marco del Convenio 169 de la OIT, que reconoce los derechos colectivos de pueblos indígenas y tribales.

El Convenio 169 ha sido invocado en Chile para el reconocimiento de otras comunidades con origen foráneo, como ha ocurrido con los afrodescendientes en la Región de Arica y Parinacota (alrededor de 10.000 personas), mediante la promulgación de la Ley 21.151. Aplicar este estándar internacional a la comunidad chileno-germana podría generar interesantes debates legales y culturales, toda vez que, al igual que otros grupos minoritarios, merece protección para preservar su idioma, costumbres y patrimonio histórico, a la vez que tiene el derecho y el deber de involucrarse en las decisiones que afectan su territorio, cultura y modo de vida.

Quizás sea momento de pensar en cómo queremos construir un Chile que celebre su diversidad con equidad.
 
Atentamente,