La “Educación Emocional” representa, sin duda alguna, el proceso educativo más genuino que permite potenciar el desarrollo integral del ser humano.

El Centro de Colaboración para el Aprendizaje Académico y Social (Colaborative for Academic, Social and Emotional Learning, CASEL) define el aprendizaje emocional como “el proceso de ayudar a los niños y adolescentes a desarrollar las competencias fundamentales para la efectividad en la vida”, es decir, “aquellas competencias que necesitamos para manejarnos a nosotros mismos, nuestras relaciones interpersonales y nuestro trabajo en forma efectiva y ética”.

De acuerdo con Zins, Weissberg, Wang y Wahlberg  (2004), se han identificado cinco competencias básicas que deben desarrollarse en los programas de aprendizaje social. Revisemos algunas de ellas:

1. Conciencia de sí mismo: capacidad para identificar y reconocer las propias emociones, de tener una percepción precisa de uno mismo, el desarrollo de la auto-eficacia, la espiritualidad y el desarrollo de valores.
2. Conciencia social: que incluye el desarrollo de la empatía, la toma de perspectiva, el respeto por los otros y la aceptación y valoración de la diversidad.
3. Autorregulación: que incluye el control de impulsos, la automotivación, la capacidad de fijarse metas y cumplirlas, el manejo del estrés y habilidad de organizarse.
4. Toma responsable de decisiones: comprende la capacidad de identificar y resolver problemas, de evaluar y reflexionar antes de tomar decisiones y asumir la responsabilidad personal y moral por éstas.
5. Manejo de las relaciones interpersonales: agrupa la capacidad para realizar trabajo cooperativo, pedir y dar ayuda, negociar y manejar conflictos.

De lo anterior se desprende que el aprendizaje no es un tema puramente de carácter cognitivo, sino que todo aprendizaje es, asimismo, un proceso emocional. Si el estudiante está motivado, tranquilo y libre de estrés, tiene muchas más posibilidades de aprender y recordar, que si está angustiado, temeroso, ansioso o desmotivado, ya que los aprendizajes que tienen un componente emocional positivo se graban más fácilmente en la memoria de las personas que aquellos asociados con angustia o temores.

Digamos finalmente –sólo para tenerlo en cuenta– que una de “las claves del éxito del sistema educativo en Finlandia, parte por el respeto hacia el profesor” como figura significativa del proceso enseñanza-aprendizaje, especialmente, cuando éste se convierte en un referente para sus estudiantes, a quien los alumnos quieren imitar.