• 29 de Abril

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[OPINIÓN] El anuncio

Por: Pablo Hübner


Esta semana se anunció que estaba todo listo para licitar el cruce de Línea Nueva con el camino a Nueva Braunau. Una solución semafórica. ¡Qué palabra! Semafóricamente hablando, se trata de una medida transitoria, que aún no se implementa, luego de más de 4 años de trámite. El cruce ingresa a licitación. Será financiado con recursos de los vecinos de Puerto Varas. El cotejo de 4 años para una solución transitoria no deja de ser desolador. La tramitología tiene diversos responsables y motivos, pero el hecho es que este es un cruce peligroso y que además genera un costoso taco. El peligro se ha permitido durante mucho más tiempo del que se podría considerar prudente. 

Hace unos días, se celebró un evento público para anunciar la pavimentación de El Manzanal y Los Ángeles. Un camino clave para optimizar alternativas que permitan cruzar la zona urbana de Puerto Varas, descongestionando las principales vías. Se escucharon vientos de celebración, pero, considerando lo que este proyecto ha demorado, parecía más razonable ofrecer disculpas. Esta es una obra menor que se debió haber concretado hace años. 

Estos dos casos son recuerdo de una compleja verdad. Parece ser normal que las obras se retrasen, por distintos problemas, tanto en lo formal como en lo funcional. Faltan papeles, pagos, problemas con proveedores, o evitables fallas con la licitación, como fue el caso del estadio Ewaldo Klein, al que a una licitación claramente compleja se le llamó “diferencia de interpretación con la Contraloría”, para ahora tener que volver a realizarla, sumando más recursos del municipio a su concreción final. Y más tiempo de espera. De los anuncios que no se harán realidad, a nadie le importa, porque hay nuevos anuncios. Anuncio nuevo tapa al anuncio antiguo. Borrón y cuenta nueva. 

Algo parecido está pasando con el caso de los estacionamientos y la compleja relación entre parquímetros, la empresa y el municipio. Más allá del conflicto puntual y sus impactos a la seguridad y la recaudación, el gobierno municipal no ha logrado mantener el control de su responsabilidad en cuanto a los más de 400 estacionamientos del centro y alrededores. No lo logró durante el periodo anterior, y no lo está logrando durante el presente, con todo el derroche de oportunidad que esto significa. Los anuncios de reuniones, multas, fiscalizaciones, se repiten, pero no consiguen ejercer dominio de la responsabilidad delegada. Ni hablar de los anuncios de celebración cuando llegó la ahora cuestionada empresa.

Otro caso interesante y simbólico es el del fragmentado proyecto de costanera para Puerto Varas. Si se compara con lo que hay, cualquier mejora parece genial, no es difícil ganarle a una simple vereda cansada y rota. No obstante, si se compara el proyecto de costanera con lo que podría ser, palidece la propuesta en la resignación de que no hay tanto espacio para intervenir, ni muchos fondos que sumar. Una de las obras más relevantes para la identidad local, más esperadas, parece ajustada al mundo de la medida de lo posible. Uniendo voluntades, integrando esfuerzos, en esta cosa tan mencionada de la alianza público-privada, se podría intentar conseguir un resultado más ambicioso y menos fragmentado. Al menos, considerar la otra vereda en el diseño, no sólo la que da a la costa, soterrando los cables que abundan de manera caótica en esa parte de la costanera, al igual que por toda la comuna.

En la diferencia entre las personas que dicen y las que hacen, para el caso de las que hacen, es normal cometer errores, encontrar adversidades, sufrir retrasos. El problema es que para lo público las clases de guitarra no las pagan quienes se equivocan, sino que se pagan con los fondos de quienes esperan soluciones. La capacidad de responder y la capacidad de soñar requieren un punto de equilibrio. El anhelo de ser líder, referente, la mejor comuna de Chile, tiene que considerar el espíritu que representa la comisión de lo obvio, lo requerido, lo necesario, lejos de la performática redundancia por la espectacularidad que promueven las redes sociales. Entre lo que falta y lo que sobra, se percibe un vacío de realidad, coronado por los anuncios.

En una serie que vi el otro día, un político decía que la política era el arte de hacer posible lo necesario. Aquí ocurre lo contrario: en el afán de transformar en épica lo requerido, los anuncios se acumulan, se superponen, hasta que lo anhelado se convierte nuevamente en suficiente, y lo suficiente, en motivo de celebración. Y si hay problemas, no importa: pronto habrá un nuevo anuncio.