• 28 de Abril

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Los libros se leen por placer, para el disfrute o la entretención. Aunque también están los leídos por deber, compromiso u obligación. Este es para mí el caso de La Araucana. Siempre le hice el quite, era el eterno libro pendiente, porque 750 páginas con 37 cantos en 2652 octavas reales asustan a cualquiera.

Pero ya está. Este es un libro que no sé cómo clasificarlo. Pero puedo decir, que es un poema épico que narra la Guerra de Arauco en Chile, escrito hace más de 400 años por Alonso de Ercilla y Zúñiga. Una guerra de conquista para los españoles. Una guerra por la libertad para los mapuches (araucanos). También es en gran parte autobiográfico y con retazos de fantasía.

Y a pesar de ser una obra literaria, en los cantos aparecen una serie de episodios históricos, como la derrota, captura y ejecución de Pedro de Valdivia, el suplicio de Galvarino y la muerte de los líderes mapuches Lautaro y Caupolicán. También están Guacolda y Tegualda con su entereza para enfrentar sus pérdidas familiares.

Ercilla escribió estando en campaña en cueros, cortezas y hojas, parte de estos cantos. A pesar de que se los dedica a su rey Felipe, reconoce la valentía de "el fiero pueblo no domado", como también expresa su crítica a la brutalidad de la Conquista. Por ejemplo, al narrar la cruel ejecución de Caupolicán no trepida en poner en sus octavas: “Deste bárbaro caso referido/ al cual Señor, no estuve yo presente,…que si yo a la sazón allí estuviera, / la cruda ejecución se suspendiera”.

Ercilla, poeta de la compasión, con atisbos de preocupación por la justicia. En el Canto XXI, protege a Tegualda y le ayuda a encontrar el cadáver de su marido Crepino “Yo con compasión la consolaba/ haciéndole seguro ofrecimiento / de entregarle al marido y darle gente / con que salir pudiese libremente.”


La narración del viaje del cual Ercilla formó parte, saliendo de la hoy Región de la Araucanía, para llegar hasta el canal de Chacao y cruzar a Chiloé es especial y notable. Cruzando selvas y ríos, llega Ercilla y sus compañeros españoles por fin al mar, medio muertos de hambre y cansancio, saliendo del monte en algún punto entre la costa de Tenglo y Calbuco. Es difícil precisarlo más a partir de lo consignado en los cantos. Son recibidos con hospitalidad por los indígenas de una isla de enfrente quienes les dan de comer. Ellos no eran belicosos como los de más al norte, eran otros pueblos, cuestión que me imagino ha sido estudiada.

Y finalmente, hay que destacar que a diferencia de los españoles, los mapuches no tenían rey ni soberano. Tenían otra visión del poder. Y si de participación se trata, los primeros cabildos y debates con diversidad de opiniones y miradas los relata Ercilla en La Araucana.

Leer La Araucana es un buen esfuerzo, porque no es una lectura fácil. Pero, vaya que sirve para comprender mejor lo que somos, con nuestras debilidades y nuestras grandezas.