Quería leer algo más de Antonio Skármeta, como un recuerdo de su partida, ocurrida hace poco, el 15 de octubre del año pasado. El autor de “El cartero de Neruda” y “El baile de la Victoria” (los más recomendables de sus libros), dejó su huella en las letras chilenas e hispanoamericanas. Tuvo reconocimientos a su obra, como el Premio Nacional de Literatura de Chile y el Premio Planeta. Y nos dejó este volumen de cuentos publicado en 1973 en Argentina, dos meses antes del golpe militar de Pinochet.
Tiro Libre, que por si acaso no tiene nada que ver con el fútbol, es una recopilación de 9 cuentos: “Pescado”, “El último tren”, “Uno a uno”, “Primera preparatoria”, “Enroque”, “Balada para un gordo”, “El cigarrillo”, “París” y “Profesionales”.
Disímiles como suelen ser los relatos, logran su mejor expresión aquellos que se vinculan con los efervescentes momentos políticos y sociales ocurridos en Chile antes y durante el gobierno de Allende. Quienes los protagonizan son jóvenes que asumen opciones presionados por las circunstancias que dificultan la neutralidad o la indiferencia. Había que tomar partido y asumir las consecuencias. Eran los tiempos en que el “Usted no es ná, no es chicha ni limoná” marcaba desprecio, representada en esa canción de Víctor Jara. Son jóvenes enfrentados a sus padres por algo más que las opiniones propias.
Algunos otros son la expresión de sueños delirantes, de mundos oníricos, en que la lectura se hace monótona y pedregosa.
Creo que en mi podio se quedan “Pescado”, que muestra la dignidad y la obstinación de los viejos, reflejada en la conducta de unos abuelos mirada desde los ojos de un niño, un relato sensible y atemporal. “Primera preparatoria”, aquella disruptiva partida de un hermano a otro continente ante la desolación de los padres. Y “Balada para un gordo”, sobre un líder juvenil propietario de una ideología, capaz de arrastrar a otros más cándidos e inocentes, para conducirlos a la protesta social y la movilización política, y luego, ya nada ni nadie será como antes.
Don Antonio era muy versátil. En los noventa incursionó en la televisión y marcó una época con su programa “El show de los libros”. Hoy sería impensable un formato así en la televisión, ¡Cuánto hemos retrocedido! Y también, fue embajador de Chile en Alemania por allí por el año 2002. Allí lo conocí, cuando viajé a Alemania formando parte de una misión tecnológica en temas de sostenibilidad. Recibió a nuestro grupo en la embajada en Berlín y yo naturalmente, me acerqué a conversar con él, y de qué otra cosa íbamos a hablar, sino de libros y literatura. Muy sencillo y acogedor, me habló de sus libros favoritos y me recomendó a algunos autores jóvenes que valía la pena leer. Y me contó que a pesar de su alto cargo, en esos tiempos seguía dándose maña para seguir escribiendo. - Una novela-, me dijo, que ya casi tenía terminada.
Tiro libre no es su mejor obra, pero cumplió el objetivo. Recordar a Skármeta, este muchacho que dejó su huella como profesor, director de cine y de televisión. Pero que sobre todo fue un escritor de los grandes.