• 12 de Septiembre

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He estado pensando en cuál es la mejor novela histórica que se ha escrito. Cada uno tendrá su opinión y para mí, decidirme y dar una respuesta es difícil. Primero, porque tengo muchas candidatas y segundo, porque me faltan muchas por leer (como algunas de Posteguillo, Caldwell, McCullough, Delibes, por ejemplo). Pero aquí vamos. Con una de mis mejores lecturas del género. Una novela histórica que debería estar al menos en el top ten de las mejores de todos los tiempos.

 Yo, Claudio, de Robert Graves es una joya. Inolvidable, un faro en la biblioteca, vigente por 89 años, desde que se publicó en 1934 y, además, inspirando películas y series de televisión.

En sus páginas encontramos todo el esplendor y miseria de los primeros años del Imperio Romano, a través de una lectura apasionante de cabo a rabo.

El emperador romano Claudio (o "Clau-Clau-Claudio" o "Claudio el idiota") ya anciano y temeroso de caer asesinado, como casi durante toda su existencia, se dedica a escribir su autobiografía. Así conocemos esa vida que se remonta desde cuando gobernaba su tío abuelo Augusto junto a su esposa Livia. Presenciamos con horror e incredulidad la crueldad, la violencia y las  conspiraciones, bajo el poder omnímodo de Tiberio y luego de Calígula.

Con ciertos grados de discapacidad, cojo y medio tartamudo, de bajo perfil cuando no tenía el poder (su salvoconducto para sobrevivir en medio de una familia peligrosa), estudioso, historiador, culto, Claudio es un personaje histórico espectacular. Y su vida como emperador continúa en una segunda parte que Graves escribió: Claudio el Dios y su esposa Mesalina.

La mesa está servida. Disfrutemos entonces, del inicio de  la Roma imperial, pero sin correr riesgos. Estos se los dejamos a Claudio.