En vez de buscar una relación creíble entre estos dos temas, refirámonos a la mecánica que da impulso a este género musical que no tiene intenciones de desaparecer: el tango.
El tango tiene su origen en la región del Río de la Plata, principalmente en Buenos Aires y Montevideo. Surge de la cultura hispana, africana, gauchesca, italiana y de una variedad de otras fuentes que conformaron la enorme migración a esa región al acercarse el siglo XX.
El vals y la mazurca, a pesar de escandalizar por abrazarse la pareja, eran socialmente aceptados en la segunda mitad del S. XIX, cuando nace el tango. Por su sensualidad abrazando a la pareja de forma que compromete a ambos en el control de su propio cuerpo y en la relación con el movimiento del otro, el surgir desde las clases más bajas y ser bailado en lugares de dudosa reputación, causa la resistencia de los más tradicionales y de la Iglesia. Tomó unos cuarenta años para que el arte superara los prejuicios y pasara a ser no sólo aceptable sino un orgullo nacional. El héroe rural, el gaucho, era reemplazado por el compadrito, el gaucho urbano, bailarín de tango al son de la guitarra, violín y flauta.
Para el cambio de siglo ya el tango tenía una voz. Los temas del canto eran:
EL ARRABAL. Es una palabra árabe que significa “fuera de los muros”. Para el tanguero su barrio es su musa, el hogar a no abandonar, traicionar ni olvidar. Está unido a los amigos y a “la vieja”, lo verdadero y auténtico, opuesto a las luces del centro de la ciudad que encandilan sólo un momento y luego se apagan.
EL DESENGAÑO AMOROSO. el hombre fuerte, que no expresa sus emociones ni habla de sus tristezas, muestra en las letras del tango lo íntimo y profundo de su sufrimiento.
EL PAPEL DE CADA GENERO. Alguna vez el tango pudiese haber influido en fijar los roles de hombre y mujer. Hoy, sus palabras sobre este tema son sólo de interés histórico.
EL PASO DEL TIEMPO. Casi todos contienen una mirada dolorosa sobre el efecto destructivo del tiempo sobre las relaciones, las cosas y la vida misma y el lamento por no haber podido evitar la crueldad del destino.
OTROS TEMAS. El amor, la problemática social y el tango mismo.
Desde 1910, el tango empieza a tener una amplia difusión internacional. Es la época de la Guardia Vieja, introduciendo la excelencia instrumental. Para entonces la guitarra estaba siendo reemplazada por el piano, capaz de llenar a salones más grandes y la flauta cedía su espacio al bandoneón. Su nombre viene de la preferencia de los músicos rioplatenses por el modelo doble A fabricado desde 1911 por la firma alemana Alfred Arnold Bandonion.
Cuando Carlos Gardel cantó en 1917 por primera vez un tango, dió comienzo a la Guardia Nueva, la era de grandes cantantes. Emergen también dos de los mayores poetas del tango, protagonistas máximos de la Edad de Oro que vendría en la década de 1940, como fueron Homero Manzi (“Malena”, “Sur”, “Milonga sentimental”, “Barrio de tango”) y sobre todo Enrique Santos Discépolo, creador de inmortales canciones llenas de pesimismo y sufrimiento emocional que llegarían a simbolizar al tango mismo: “Cambalache”, “Uno”, “Esta noche me emborracho”, “Yira, yira”.
Los años ‘40 fueron el tiempo de las grandes orquestas, y de la difusión masiva por medio de la radio, del disco y del cine. El tango era la música y el baile de toda esa generación.
Para los años 50, el tango cedía su espacio ante nuevos géneros, pero grandes talentos como Aníbal Troilo, Astor Piazzolla, Juan D’Arienzo, Alfredo de Angelis, Mariano Mores y tantos otros han logrado mantenerlo vivo, cada uno con su sello.
Inspirado por estos gigantes, pensé en el Cambalache de Discépolo, donde lamenta la pobreza moral del S. XX: “los inmorales nos han igualado”. Como Discépolo no está para comentar los cambios en el S. XXI, decidí hacerlo yo, total ¿qué es lo peor que puede pasar? Compuse el Tango Siglo XXI, lo inscribí como obra intelectual y para lograr representarlo lo mejor posible agregué los creativos arreglos de Andrés “Guardia Vieja” Méndez y la talentosa interpretación de Claudio “Guardia Nueva” Hernández. Está en Spotify. ¡El tango vive!
Thomas Poulos
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