• 28 de Marzo

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El ayuno ha sido una práctica habitual a lo largo de toda la historia de la humanidad, y ha tenido distintos fines: filosóficos, religiosos, de purificación, etc. Se trata de una práctica, últimamente popularizada en redes sociales y en la cual se deja de comer alimentos. Independiente del tipo de práctica de ayuno intermitente que se haga, no hay que perder de vista que comer saludablemente significa, ingerir alimentos en cantidades variadas y equilibradas según nuestras necesidades propias (estado de salud, estado de embarazo, lactancia, crecimiento, existencia de enfermedades, etc.). Siendo este último un acto intuitivo y consciente, es decir, si nos enfermamos, disminuye el apetito y bajamos la ingesta, lo cual no es permanente en el tiempo.

Sin embargo, una restricción intermitente es muy difícil mantener en el tiempo, se aleja de los patrones habituales de alimentación y puede ser perjudicial para algunas personas como embarazadas, pacientes que cursan algún tipo de cáncer o diabetes. En estos casos, dicha práctica puede provocar daños y no beneficios e incluso, potenciar trastornos de conducta alimentaria en pacientes de riesgo.

Razones por las que si desea obtener resultados beneficiosos es recomendable que asista a un especialista en nutrición para ser orientado en alimentación saludable, mediante un régimen alimenticio que se ajuste a sus hábitos y estilos de vida y así logre una mejora de la salud y estado nutricional. Si bien, existen varios estudios que han demostrado reducción de la masa corporal y pérdida de peso con ayuno intermitente, estos no parecen ser superiores a la reducción que se logra al realizar una restricción calórica.

Tampoco están claros sus efectos sobre la masa grasa, niveles de depósitos de ésta, protección de enfermedad cardiovascular y otros marcadores. Al contrario, existen estudios discrepantes que han identificado aparición de síntomas adversos, entre ellos, constipación, retención hídrica, mareos y malestar general. Síntomas que, tras el término del ayuno, harían aumentar la ingesta de alimentos no consiguiendo efectos favorables.

En síntesis, muy escasa información sobre sus efectos en el uso al largo plazo en el metabolismo celular, y estado de salud general. Como podemos ver, la seguridad y eficacia en el tiempo de este tipo de alimentación, frente a una alimentación convencional variada y equilibrada, no es suficientemente sólida. No por lo menos para respaldarla como intervención de salud.

Dicho esto, potenciar el ejercicio físico, la alimentación saludable y un estilo de vida con bajos niveles de estrés, siguen siendo los principales pilares para lograr un buen estado de salud.

Janet Cossio H.

Académica Nutrición y Dietética

Universidad Andrés Bello