• 28 de Marzo

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Acercándose el Día del Niño, nos vemos inundados de agresiva publicidad que al parecer nos quiere transmitir unívocamente el mismo mensaje: si no compras algún juguete de ocasión, eres mal padre o madre. Aunque podamos catalogar este mensaje de “falso” o “perverso”, lo cierto es que atrás se esconde una idea de fondo muy peligrosa: la tiranía de la felicidad.

Con este concepto, hacemos referencia a una idea ampliamente difundida y aceptada en la sociedad actual, según la cual tenemos la obligación de ser felices y disfrutar al máximo nuestra vida, de lo contrario algo malo pasa con nosotros, es decir, estamos fracasando. Esta idea, así de nociva, también está permeando la forma en que nos relacionamos con niños y niñas.

Las personas que tienen hijos sabrán que una de las frases más comunes es: “yo solo quiero que mis hijos sean felices”. Cuando se han realizado consultas a padres alrededor del mundo, este ideal siempre aparece entre los más relevantes, lo cual en sí mismo no es negativo, el problema surge en el cómo se alcanza esa felicidad.

Teniendo en mente la idea de que “a mi hijo no le falte nada” o “que no sufra lo mismo que yo”, muchos padres se están convirtiendo en un servicio de entregas, dispuestos a darles todo, y aunque en las necesidades básicas esto es muy adecuado, con la felicidad es otra historia.

Muchas veces desde la culpa, la necesidad de compensar, forzados por la sociedad o queriendo evitar al máximo las emociones negativas, muchos padres gastan altas sumas de dinero en regalos que no suelen cumplir su objetivo porque los seres humanos somos seres hipersociales y es en los vínculos donde encontramos una de las mayores fuentes de bienestar, y por otro lado, los estamos acostumbrando a que otros se ocupen de sus necesidades de entretenimiento. 

Me surge entonces una pregunta: ¿No sería mejor enseñar a nuestros hijos a buscar y encontrar su propia felicidad en lugar de dársela lista desde fuera? En este sentido, si queremos favorecer el desarrollo socioafectivo de nuestros niños (que en último caso los va a llevar a ser felices o al menos a desarrollar las herramientas para su búsqueda), mi propuesta es que pase el día jugando con su hijo.

Con regalo de moda o no, demuéstrele que es valioso, importante y que merece amor y cariño con algo que no se puede comprar: tiempo, y hágalo constantemente, pues al desarrollo infantil no le importan las efemérides realmente.

Juan Pablo Ogueda Académico Carrera de Psicología Universidad de Las Américas Sede Concepción