• 28 de Marzo

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La semana pasada fue la más compleja desde el inicio de la pandemia en Chile. La multiplicación de contagiados y de muertos nos eleva a las cumbres de este conflicto sanitario. Sus consecuencias en la economía, la seguridad social, la estabilidad política y la salud mental, están poniendo a prueba nuestra capacidad de adaptarnos. A los problemas de comunicación y coordinación, se suman las acusaciones de populismo y de intereses políticos, los insultos y las noticias falsas.

El populismo por lo general presenta ingenuas respuestas simples a problemas complejos. Se apropia de la palabra nosotros para referir puntualmente a las ideas de quien practica el populismo y del sector que lo identifica. Intenta convertir lo propio en la fantasía de ser algo compartido y popular. Su pensamiento y actuar redunda en falacias del tipo: lo que es bueno para mí y mi sector, es bueno para todos, porque mi sector es bueno y los otros no. Instrumentaliza la democracia para demonizar las diferencias. No permite el debate, niega la discrepancia y ofende a quienes la protagonizan. El populismo siempre dice estar defendiendo a todos, un supuesto todos del que son parte sólo unos pocos, con intereses específicos y por lo general, mezquinos. El populismo y los populistas están en todas partes. Se enquistan en las conversaciones, comparten comentarios ofensivos en sus redes sociales, replican noticias falsas. Crean perfiles falsos. Perjudican los avances del relato público y vulneran el resultado de la inteligencia colectiva. Hacen daño. Los populistas siempre saben qué hacer, saben por qué pasaron las cosas y sobre todo, quién tiene la culpa. Y si se equivocan, da lo mismo. El populista a veces no sabe que es populista, a veces ni se lo imagina.

En este tiempo complejo, el populismo creciente contrasta con la necesidad de humildad. La humildad merece ser parte de la actitud en esta emergencia. Reconocer que no sabemos todo, que se cometen errores, que se está intentando lo mejor. Reconocer que se necesita ayuda y saber pedir ayuda sin temor alguno. Que esto es nuevo, inédito y de que debemos ir aprendiendo para actuar con determinación y precisión, considerando la poca experiencia que hay en este tema. Quien toma las decisiones debe confiar en sus dudas y respetar su propia ignorancia, eso pasa también por dejar de negarla.

En Puerto Varas aún tenemos la oportunidad de tomar mejores medidas que frenen el contagio, pero si cada quien entra a la comuna cuando quiera, y llega quien sea, y se realizan fiestas clandestinas y pichangas de fútbol, imposible. La plaza de los juegos recién inaugurada el fin de semana largo estaba llena de niños jugando, mientras sus papás miran la escena sin ver el riesgo. El mero llamado al autocuidado es la convocatoria a un individualismo que no es coherente con el llamado de mantener más cercanía social, aplicando más distancia física. Además, hay quienes simplemente no entienden y no respetan. Ni hablar de quienes se burlan del hambre. Mientras, en Ralún arde la preocupante seguidilla de incendios durante los toques de queda, vulnerando la seguridad de los vecinos del sector.

La política es la llamada a construir puentes, soluciones y establecer rutas para salir adelante de la mejor manera posible, sobre todo con las medidas que se adoptan para enfrentar la pandemia y sus consecuencias, como la cesantía, la discriminación, la salud mental, la seguridad y el hambre. Las elecciones se postergaron justamente para evitar hacer de este momento una carrera de aplausos, de dedos acusadores y de cazadores de votos. Este es el momento de abandonar el populismo, para atender con respeto y humildad, las necesidades de nuestro tiempo.

Por: Pablo Hübner