Es relevante dejar muy en claro, que si bien todos los padres emocionalmente sanos pueden equivocarse, eso no los hace ser padres “tóxicos” o malos padres. Sin embargo, y habiendo hecho esta aclaración, lo cierto es que existen papás y mamás, cuyas conductas equivocadas son intencionales y, lo que es aún peor: son reiteradas y repetitivas, condición que los hace ser extremadamente tóxicos en su forma de criar y de comportarse con sus hijos.
El psicólogo mexicano José Luis Canales señala en su libro “Padres tóxicos: legado disfuncional de una infancia” que cuando son dos las personas que crían, el daño lo generan ambos padres, en tanto que si uno de los miembros de la pareja es tóxica, el otro es un abusador(a) pasivo(a).
Es fácil reconocer el legado de una infancia de carácter tóxico, especialmente, porque para una persona resulta ser difícil poder elaborar y superar ese tipo de vivencias. Todos los padres dejan “semillas de crianza” o “semillas emocionales” en sus hijos. En algunas familias estas semillas son de amor, respeto, responsabilidad, en tanto que en otras son de miedo, temor, culpa y auto castigo. La pregunta que surge de lo anterior es: ¿cuáles son las características de los padres abusivos? Revisemos algunas de ellas:
- Padres violentos y abusivos: los padres que son violentos con sus hijos o que abusan sexualmente de ellos, son los que lastiman en forma más profunda. Sin embargo, no hace falta que uno de los padres abuse físicamente de un hijo(a) a fin de provocar un daño difícil de sanar, ya que las agresiones verbales y emocionales pueden ser, asimismo, muy nocivas. Éstas van desde descalificar al hijo(a): “No sirves para nada”, hasta el acto de insultarlo con palabras que hieren su autoestima, como llamarlo “idiota” o decirle que se “arrepiente de haberlo tenido”, o que lo quiso “abortar”. Los abusos psicológicos pueden ser más devastadores que el hecho de haber recibido algunos golpes, ya que el menor asimila las humillaciones y descalificaciones que recibe de sus padres como algo de lo cual él es el causante.
- Padres manipuladores que usan la culpa: la fórmula detrás de esta conducta es la generación de culpa en el hijo, es decir, el adulto tuerce la verdad para manipular, haciéndose la víctima frente al menor, a fin de chantajearlo emocionalmente y conseguir lo que quiere del hijo(a). No asume la responsabilidad de su conducta y culpa a sus hijos de la disfunción familiar. Este rasgo se da con mayor frecuencia en las madres tóxicas, especialmente, en el caso de hijas que viven con sus madres: la mamá no quiere que la hija mantenga una relación de pareja para que no se vaya de la casa, a raíz de lo cual, torpedea la relación con comentarios negativos sobre la pareja de la hija con la intención de separarla, lo que hace que la hija viva la relación de pareja con culpa. Lo que esperan estos padres, es que los hijos dejen todo para atenderlos a ellos, sin que importe mucho la edad o los compromisos que los hijos tengan: estos papás están primeros.
- Padres egocéntricos y con capacidad limitada para la empatía: priorizan sus propias necesidades y no tienen en cuenta los sentimientos y necesidades de otros. No muestran ninguna consideración por cómo su conducta afecta a los demás. Se pueden mostrar muy irrespetuosos, siendo incapaces de tratar a las personas con un nivel mínimo de amabilidad y cortesía, pero sí exigen que los hijos tengan ese trato deferente con ellos.